Llevo días, sin escribir y sin ganas.
Por un lado sentía que quizás habría gente que se preguntara que es de mí y por qué no escribo. Como decía Paccino en Pactar con el Diablo, la vanidad... divino pecado. Después me di cuenta, que si eso fuera así, ya habrían movido el culillo y preguntado sobre mi ausencia, si es que de verdad les hubiera interesado más allá del hábito de rastrear los blogs diariamente, como quien rastrea las novedades en el periódico del día. También es verdad, que aunque he mantenido cierta regularidad en mis escritos este último año, cosa que he descubierto con placer propio, no soy la bloguera más constante, sobre todo si tenemos en cuenta el numero de años que llevo con este blog.
Siempre me ha gustado escribir, pero mi pereza existencial, que se extiende a casi todos los ámbitos de mi vida, hace que ponerme a hacer algo me cueste un horror, aunque luego lo disfrute. Con la escritura pasa lo mismo. Si, soy compulsiva en un montón de facetas.
Esta vez me he esperado de manera consciente y voluntaria mi cita con "la pluma", porque pasan demasiadas ideas por mi cabeza, demasiado rápido, demasiadas emociones encontradas que se suceden a toda velocidad. No quería escribir así y no quiero escribir para "mi público" Y así pensaba seguir, hasta que las ideas estuvieran claras y mi post fuera coherente y aportante, al menos para mí.
Pero como hace unos días al tirar de archivo blog y leer lo de hace unos años, encontré sensaciones tan gratificantes, sobre todo al ver que si había conseguido objetivos que me parecieron imposibles en su momento, hoy escribo.
Escribo para decir-decirme que estoy confusa, que las verdades duelen joder, como duelen. Y digo verdades porque leer una descripción tuya, con todo lujo de detalles, que se repite y repite en miles como tu, que te dice que no eres única, que tus motivos son los de tantas personas que viven en el mismo entorno y experiencias que tu, y que las conclusiones a las que llegas son las mimas que ellas, duele. Ahora entiendo el concepto de libre albedrío, y el peso que tiene, sobre todo cuando te das cuenta que nunca lo tendremos, porque siempre seremos una estadística.
Sentir que alguien sabe más de ti que tu misma con unos cuantos datos es desolador, hace que los ejercicios de introspección y las conversaciones con gente que te conoce de toda la vida sean cuanto menos un adorno en el devenir de nuestras vidas.
Si, se y soy consciente de que en cuanto asuma esto, será revelador, porque entonces sí que seré realmente libre, realmente la dueña de mi vida. Tendré toda la información ahora que estoy preparada para digerirla. Aunque tal vez eso vuelva a significar que englobe la otra estadística. No importará nada, será bienvenida y seré una millonésima parte de algo, como dice el anuncio, si con ello aprendo a hacerme menos daño a mi misma y ser más feliz. Hoy estoy así, las conclusiones las escribiré cuando termine. Y como siempre y para mí, relataré mi caminar.