lunes, julio 23, 2007

Salmón Ahumado

Últimamente no me van demasiado bien las cosas, supongo que no puedo quejarme de na, pero a veces es frustrante cuando tienes demasiadas expectativas. Sí, ya se que eso es malo, es la primera lección que se aprende en la sección de psicología del cosmopolitan, pero soy humana, que le vamos a hacer, o tal vez soy divina entre humanos.. qué sé yo (momento paranoia) .

En fin, que por pitos o por flautas, mejor dicho, por guitarras electrónicas en un concierto estupendo (dicho sea de paso) no fui el famoso día de San Fermin al lugar L en la hora H y por supuesto no me he cruzado con el chico encantador en el tren (sigh!).

El burbujoso no llamó pero le llamé yo un día que estaba ligeramente ebria y afirmó que quería verme otra vez... de hecho lo ha afirmado unas cuantas veces, pero llegado el momento ese, zas! Compromiso previo y anuló lo comprometido y no ha vuelto a sugerirme cita... supongo que habrá encontrado una mejor que yo (sigh 2).

Tardo 45 minutos en el tren desde mi casa al trabajo y venía yo pensando en el comentario que me ha puesto principito hoy, ¿optimista yo?, pues na de na, y repasando los últimos acontecimientos y no meramente los amorosos, por calificarnos de alguna manera, se me ha venido el mundo encima como tantas veces me ocurre cuando voy en el tren. Y digo yo que será por el chaca cha que me relaja tanto que o me da por dormirme o por sacar lo contenido, lo escondido. Así que me he puesto a llorar como una Magdalena profesional por detrás de mis impenetrables gafas de sol.

Optimista, optimismo expectativas... pues no mucho y eso que repito que no me puedo quejar, pero aún así hay veces que se te derrumba el techo sobre tu cabeza y aunque este sea de plástico y no te cause ningún mal de trascendencia cósmica, si hace que se te inunden los ojos y te des cuenta de que solo puedes hacer una cosa: seguir.

Porque si bien si siempre andas los mismos caminos siempre llegas a los mismos lugares, quedarse parado no te lleva ningún, ningún sitio, lo único que consigues es que se te enrancien los biscotes y cuando vayas a tomar salmón ahumado, hagas una mueca de huy no, esto no es como yo lo esperaba.

Me siento mal, que le vamos a hacer, tal vez, sea el jodido síndrome, o la luna, no lo sé (hoy no sé muchas cosas me parece), pero no estoy muy católica y aunque llevo unos cuantos años dando por saco en este mundo, muchas muchas veces tengo la sensación de que acabo de llegar, pero como dice el profeta Fito, la vida es algo que hay que morder y en cada boca tiene un sabor y aún me queda media vida para encontrar la melodía.

Así que me enfrento al día de mañana, pensando que alguien o algo me tocará un poco más las narices, pero que le voy a hacer, salvo seguir, continuar y tratar de hacerlo lo mejor posible con las fuerzas que me acompañen en ese momento, más que nada porque soy así de tonta y lo mismo luego tengo remordimientos de conciencia.

En fín que he tirado los biscotes rancios a la basura y me he tostado un poco de pan blanco, un toque de mantequilla (aunque se vaya directamente al pandero ya me tocará correr y sudar) y un trozo de salmón ahumado con unas gotas de limón... ¡Que rico!

Y os dejo una cancioncilla que estoy oyendo y oyendo y oyendo, que va un poco con mi estado de ánimo, os recomiendo la letra y cantarla a voz en grito sin importar si desafináis y con una cervecita. A ver si la disfrutáis tanto como yo.





miércoles, julio 04, 2007

Se para el mundo


Cuantas veces se nos para el mundo... Cuantas veces dejamos de hacer algo esperando, esperando, esperando... o simplemente medio hacemos, con media ilusión, medio vivimos esperando, que algo pase, que algo nos toque el corazón y nos entusiasme, nos llene de felicidad, nos pinte una sonrisa en la cara y cuando nos sucede, esperamos que vuelva de nuevo, que vuelva a suceder justo de la manera en la que sucedió

El otro día, el dia del europride, orgullo gay para los de a pie, fui al lugar de ambiente donde conocí a ese chico que me pareció tan encantador, sí, ya sé no era San Fermín, no tenía la magia conjurada y de mi lado, pero estaba esperando esa magia que apareció el día que no la esperaba y la muy perra me dio plantón.

Al día siguiente, acepté una cita sobre la que no tenía ningún tipo de expectativas y fue muy agradable de primeras, terminando de una manera chispeante y burbujosa y hoy estoy esperando, desde ese día estoy esperando saber si he pasado la criba de la cita, esa que hace que te vuelvan a llamar. Porque señoras y señores no me salía, ni me sale de las narices llamar a mí. Anita dixit.

Pero hoy ha terminado la tercera temporada de mi reverenciado House, de una manera tan brillante, que me ha pintado una sonrisa en la cara, y he pasado olímpicamente de Calista, porque en este momento lo que me apetecía era escribir.

Todo cambia, todo es mutable, nada permanece. El sábado es San Fermín, el día de las expectativas y estas han cambiado, de hace dos semanas a ayer, incluso de hace un segundo a éste.

Y si mi burbujoso llama para quedar, para el finde, se va a encontrar que aquí la moza ya tiene planes, para viernes, sábado y domingo, eso le puede pasar por esperarse :-) y si no llama, pues seguiré con mi vida. Hoy me han recordado que no podemos esperar, nada de detenernos por mirar atrás, que no debemos, que los cambios son buenos y que hay que vivir la vida como se presenta, incluso siendo el motor de tu propia vida, que digo incluso, siempre hay que serlo, porque, que la voluntad del pie que pisa el acelerador o el freno, es la mía, que la frenada va contra la inercia al igual que la aceleración. Y es que realmente el mundo, no se para a nuestro alrededor, somos nosotros. Hoy he decidido una vez más, que yo no me paro, ni por burbujosos ni por encantadores. Porque existe la poesía, existe la música y no es justo disfrutarla a medias.

Es difícil centrar la atención, es difícil tirar de una misma, sobre todo cuando sabes que seguramente tiras hacia situaciones cotidianas, que lo más probable es que se repitan día a día. Es lo que hay y no es poco, somos nosotros los que menospreciamos, los que infravaloramos todo aquello que tenemos; solo cuando no nos detenemos es posible hacer un cambio, un golpe de timón. Parados no vamos a ninguna parte, ni recorremos ningún camino. El sábado es San Fermín, sí, pero hoy es miércoles y yo no me paro.

Etiquetas: