sábado, agosto 11, 2007

Rubias con Patatas

De vez en cuando la vida, toma conmigo café y es tan bonita que da gusto verla... eso dice una canción de Serrat que me gusta mucho, voy a verle el día 18 al palacio de los deportes, para esa fecha, espero ser una flamante licenciada. Sonrío al pensarlo.

No, el día siguiente a mi anterior post, no empezó mucho mejor, pero tampoco peor, en este tiempo y para variar, pero en el fondo como a todo el mundo, me han ocurrido algunas cosas, buenas, malas, regulares...

La semana que viene me enfrento a un reto profesional y me asusta, saltaré sin red y tengo un panorama un poco desolador, mucha de la gente que quiero, andará lejos, pero no importa, nada tiene trascendencia cósmica, sobre todo desde que me di cuenta de que no estoy tan desvalida como a veces me siento.
Lo logré, conseguí algo que quería, cerrar el libro que contenía la historia de mi ex... y no ha sido una sustitución por otro, no, he sido yo solita with a little help from my friends y, si he cerrado la página ¿por qué ahora hablo de ello? Pues me ha costado hacerlo, pero como la mayoría de éstos post, contienen cosas que quiero recordar en otros momentos. Y de este texto pretendo recordar una sensación que intento plasmar.

Siempre que he roto una relación he pegado una especie de portazo, yo soy así, desaparezco como si me hubiera tragado la tierra sin preocuparme de libros, dvd, ropa o regalos, supongo que acabo tan harta o tal dolida, que lo único que quiero es olvidar cuanto antes, eso es lo que es más importante. Y en este plan estaba en mi última relación o mejor dicho ex-­relación, pero como en todas, siempre he tenido la sensación de que me quedaba algo por hacer, algo por decir. Después en la mayoría, el tiempo fue poniendo a las cosas en su sitio y supongo que cuando ya estaba todo pasado y el tiempo me daba la razón (porque el tiempo siempre me da la razón y olé) la sensación era buena, sí, pero me sentía poco patrón de mi barca.

Una de mis rubias, me sembró la duda, hacer algo diferente esta vez, tratar de recuperar mis cosas, que si bien no contenían nada realmente valioso, sí había alguna cosa que quería y alguna otra que no era mía y tenía que devolver. Y la idea fue cobrando fuerza en mi cabeza, hasta que me decidí, unos mails cruzados, reproches comedidos por mi parte y disculpas cobardes por la suya (no quise ni verle, ni cruzar palabra alguna, me pareció lo más aséptico) y a esperar a que el mensajero me dejara el paquete. Y esperé y esperé durante meses, sí, pero nada sucedía. Conmigo misma me sentía bien, pero me encabronaba más y más ante su falta de respeto. Por mucha disculpa que se leyera en sus correos, los hechos eran que una vez más su egoísmo, su mirar a otro lado para no afrontar las cosas desagradables recaían en mí, porque el egoísmo siempre tiene daños colaterales. Y estaba harta, en una sensación de impotencia y humillación.

Papafrita me coló un gol por toda la escuadra que me hizo tragar en seco, recordándome que ya había andado ese camino, cuando me disponía a descargar mi furia, esta vez sin comedimiento, en un mail bomba. Ya has andado el camino de los mails, me dijo, y no ha surtido efecto, si siempre andas los mismos caminos…

Y le hice caso, ¿cómo no hacerlo, cómo no seguir mi propia doctrina?. Una llamada por teléfono que no contestó (cobarde) y después un sms breve: quiero mis cosas, ¿Cuándo me las envías? Y tres días más tarde llegaron como yo deseé. Confieso que cuando su sms llegó confirmándome la fecha, me sentí mal, como si firmara mi divorcio, con la pena por la sensación de tiempo perdido, de tanto dolor pasado en vano, de tantas ilusiones muertas y esfuerzos baldíos; pero al día siguiente me encontré mejor y mejor y cuando llegaron me pasé la tarde celebrándolo, estaba exultante, no tanto por las cosas, sino por haberme enfrentado a algo que no sé si hubiera sido capaz de hacer de otra manera, pero allí estaban las personas que me querían dándome apoyo y cariño.

A veces hay que mirar a muchos lados para darse cuenta que no estamos solos, sobre todo, cuando sentimos que no tenemos fuerzas para mucho más que sobrellevar nuestras rutinas. Puede que haya quien piense que soy muy afortunada por los amigos que tengo, lo soy, pero solo quiero decir que estoy convencida que siempre a nuestro alrededor, por muy solos que nos sintamos, por muy vacíos, siempre hay alguien, aunque se encuentre a kilómetros de distancia, y solo puedas hablar por teléfono. Y aunque a veces se me olvide, sé, que la única manera de estar cerca y recibir su apoyo y su cariño es dando confianza, sinceridad y también cariño. Para poder recibir hay que abrirse, para que suceda solo tienes que permitirlo, es así de simple.

****** Nota: Curiosamente la mayoría de mis amigas son rubias y todas muy listas ****

Etiquetas: