Trenes, tacones y dietética.
Soy muy afortunada porque me gusta mi trabajo, cosa que no les ocurre a mis compañeros de carrera (biología, especialidad biología molecular) porque dado el alto número de parados en nuestras filas, la informática es una salida común y corriente. A mi me gusta.
En mi trabajo, además, tengo que cumplir un número mínimo de horas, pero me dan cierta libertad, en el desde cuando empiezan a donde terminan, repito, cierta. Cuando entré a trabajar aquí hace ya casi 8 años, entró conmigo otra chica que se llamaba también Ana, era ultrapija y tenía un sentimiento de seguridad que me atontó, quizás porque ella había acabado su carrera (empresariales) y yo no. Pero claro, yo soy más alta, más rubia natural que ella ( que aunque muchos se empeñen en decir que ya no soy rubia como antes sino castaña clara, sigo siendo rubia. Anita dixit) y sabía más informática.
Mi empresa es muy grande y al tener delegaciones oí que la habían destinado a una de ellas, mientras que yo andaba por otra.
Hace unos meses me la encontré de nuevo, las dos estamos ahora en la central. En distintas secciones y con poco que ver. Seguía siendo ultrapija, pero las dos somos de las "antiguas" de la casa comparando con las nuevas generaciones y me saludó como si de una vieja amiga se tratara, ( Yo sigo siendo más alta y más rubia y sabiendo, al menos en teoría, más informática, Ella se tiñe más rubia que yo en ese color canario que me repele tanto). Ayer coincidimos a la salida y juntas nos dirigimos al tren.
Hablamos de lo divino de lo humano, de que ella tenía que comprar una tarta en Mallorca, que es símbolo de calidad, de lo bien que se había quedado tras sus dos embarazos, ( la jodía sigue con el mismo cuerpo que hace 8 años ) Y me recitó las bondades de cuidarse dietéticamente hablando, que si proteínas, que si hidratos de carbono...y yo sonreía para mis adentros, si, me vas a explicar tu a mi mucho sobre los hidratos de carbono maja, anda que si, me decía yo feliz sin decir ni mu, porque a pesar de que la saco unos diez cm, iba enfundada en tacones de otros diez, y mirarla desde las alturas me daba placer. Lo siento, las mujeres somos envidiosas y quien lo niegue, miente.
Y de repente leímos simultáneamente que nuestro tren partía en tres minutos... yo no había ido nunca a esa estación y le pregunté cuanto tardabamos en llegar al anden... y me dijo unos cinco minutos andando, porque hay que subir escaleras, pero hay mecánicas así que corre... y diciendo esto salió disparada hacia las escaleras.
En un primer momento la alcancé, pero al llegar a tener que subir corriendo me desinflé como un globo, no podía, siempre he odiado subir escalones, de hecho toda mi vida he vivido en un ático y por eso el ascensor y yo nos llevamos bien, sin claustrofobia ni nada. Aunque tenga que subir un piso, subo en ascensor y para bajarlo con más motivo, soy experta en caerme, se me viene el pelo a los ojos y no veo una leche.
Y allí estaba ella, corre Anita me decía... y yo la miraba desde abajo con flojera de rodillas... y le dije, no, vete tu, que tienes que comprar la tarta... Pero ella se empeñaba en esperarme para mi oprobio y vergüenza, "venga corre..." y así tramo tras tramo de escalera y yo torpemente balbuceaba: es que con estos tacones... tras la operación de vista... con lo que he fumado yo... ( sigo sin fumar, por cierto. ).
Así que hoy me he levantado, (tarde como de costumbre... mira que los fines de semana no me cuesta madrugar, pero los días de diario... ayyyy ) dispuesta a asumir la dura realidad. Que me tengo que mudar ya para mi casa y que como vivo más lejos del trabajo tendré que madrugar más, que tengo que beber menos coca-cola y más agua. Que es imprescindible volver a hacer deporte, que mira que me gusta y mira que siempre tengo una causa de fuerza mayor para abandonarlo. Porque lo que tenga que ser, va a ser, por mucho que yo me empeñe en difuminarlo o disfrazarlo.
En fin, hoy he subido las escaleras hasta mi oficina (primera planta) y he sustituido mi segunda lata de coca cola diaria, por una botella de agua.
Por algo se empieza ¿no?.
Soy muy afortunada porque me gusta mi trabajo, cosa que no les ocurre a mis compañeros de carrera (biología, especialidad biología molecular) porque dado el alto número de parados en nuestras filas, la informática es una salida común y corriente. A mi me gusta.
En mi trabajo, además, tengo que cumplir un número mínimo de horas, pero me dan cierta libertad, en el desde cuando empiezan a donde terminan, repito, cierta. Cuando entré a trabajar aquí hace ya casi 8 años, entró conmigo otra chica que se llamaba también Ana, era ultrapija y tenía un sentimiento de seguridad que me atontó, quizás porque ella había acabado su carrera (empresariales) y yo no. Pero claro, yo soy más alta, más rubia natural que ella ( que aunque muchos se empeñen en decir que ya no soy rubia como antes sino castaña clara, sigo siendo rubia. Anita dixit) y sabía más informática.
Mi empresa es muy grande y al tener delegaciones oí que la habían destinado a una de ellas, mientras que yo andaba por otra.
Hace unos meses me la encontré de nuevo, las dos estamos ahora en la central. En distintas secciones y con poco que ver. Seguía siendo ultrapija, pero las dos somos de las "antiguas" de la casa comparando con las nuevas generaciones y me saludó como si de una vieja amiga se tratara, ( Yo sigo siendo más alta y más rubia y sabiendo, al menos en teoría, más informática, Ella se tiñe más rubia que yo en ese color canario que me repele tanto). Ayer coincidimos a la salida y juntas nos dirigimos al tren.
Hablamos de lo divino de lo humano, de que ella tenía que comprar una tarta en Mallorca, que es símbolo de calidad, de lo bien que se había quedado tras sus dos embarazos, ( la jodía sigue con el mismo cuerpo que hace 8 años ) Y me recitó las bondades de cuidarse dietéticamente hablando, que si proteínas, que si hidratos de carbono...y yo sonreía para mis adentros, si, me vas a explicar tu a mi mucho sobre los hidratos de carbono maja, anda que si, me decía yo feliz sin decir ni mu, porque a pesar de que la saco unos diez cm, iba enfundada en tacones de otros diez, y mirarla desde las alturas me daba placer. Lo siento, las mujeres somos envidiosas y quien lo niegue, miente.
Y de repente leímos simultáneamente que nuestro tren partía en tres minutos... yo no había ido nunca a esa estación y le pregunté cuanto tardabamos en llegar al anden... y me dijo unos cinco minutos andando, porque hay que subir escaleras, pero hay mecánicas así que corre... y diciendo esto salió disparada hacia las escaleras.
En un primer momento la alcancé, pero al llegar a tener que subir corriendo me desinflé como un globo, no podía, siempre he odiado subir escalones, de hecho toda mi vida he vivido en un ático y por eso el ascensor y yo nos llevamos bien, sin claustrofobia ni nada. Aunque tenga que subir un piso, subo en ascensor y para bajarlo con más motivo, soy experta en caerme, se me viene el pelo a los ojos y no veo una leche.
Y allí estaba ella, corre Anita me decía... y yo la miraba desde abajo con flojera de rodillas... y le dije, no, vete tu, que tienes que comprar la tarta... Pero ella se empeñaba en esperarme para mi oprobio y vergüenza, "venga corre..." y así tramo tras tramo de escalera y yo torpemente balbuceaba: es que con estos tacones... tras la operación de vista... con lo que he fumado yo... ( sigo sin fumar, por cierto. ).
Así que hoy me he levantado, (tarde como de costumbre... mira que los fines de semana no me cuesta madrugar, pero los días de diario... ayyyy ) dispuesta a asumir la dura realidad. Que me tengo que mudar ya para mi casa y que como vivo más lejos del trabajo tendré que madrugar más, que tengo que beber menos coca-cola y más agua. Que es imprescindible volver a hacer deporte, que mira que me gusta y mira que siempre tengo una causa de fuerza mayor para abandonarlo. Porque lo que tenga que ser, va a ser, por mucho que yo me empeñe en difuminarlo o disfrazarlo.
En fin, hoy he subido las escaleras hasta mi oficina (primera planta) y he sustituido mi segunda lata de coca cola diaria, por una botella de agua.
Por algo se empieza ¿no?.