domingo, agosto 27, 2006


Un poco de ginseng por favor

Hola;
Llevo puesto un conjunto de lo más favorecedor de lencería, me gusta y eso es raro en mi relación con la lencería. Acabo de venir de México de vacaciones de verano, con un monton de enanos que nos crecieron... casi ponemos un circo, pero a pesar de todo bien. (Catalina, miles de gracias, me sirvió muchisimo). He decidido que voy a escribir un nuevo blog con mis experiencias de los viajes.Me he hecho unas minitrencitas ( hasta la mitad de la cabeza ) comodísimas, parece como si llevara una diadema perpetua y así no tengo que estar soplandome el flequillo.

Estoy en mi casa, tan estupendamente que no he pasado por casa de mis padres desde que he vuelto, ( el lunes ). Mi casa da buen rollo, en especial a mi, pero ya me lo han dicho unos cuantos gurus del tema, tu casa da buenas vibraciones, tiene una energía muy positiva. Mira que bien.

Oigo una música estupenda ( vaya con Dios ) y mi mesa está tan milagrosamente ordenada que se ve el color azúl.
Dentro de diez días me enfrento a los examenes que decidirán si acabo la carrera de una santa vez. Son asignaturas preciosas: Bioquímica Metabólica y Genética Molecular, me da igual que parezca pedante citarlas, este es mi blog. Y si van bien, terminaré una carrera que finalizo por gusto, porque no tiene nada que ver con mi trabajo.
Tengo un libro, el alberts, que debe pesar algo así como seis kilos, es la biblia, es el mejor libro de biología que he visto en mi vida, y justifica con su texto y sus esquemas las casi 20.000 ptas de las antiguas que cuesta. Abrirlo es un placer y bueno para los biceps y sin embargo...
No tengo ganas de hacer nada, me distraigo con una facilidad inusitada en mi cuando estoy estudiando. Confieso que lo que me cuesta es ponerme, pero una vez puesta, he llegado a estudiar en los aviones, tan ricamente. Pero ahora no tengo ánimos y no es que me pase nada, es solo que no tengo ganas de nada. Y aquí estoy quemando mis vacaciones para estudiar, sentada horas y horas en la mesa sin avanzar materia y encima sintiendome culpable. El miercoles he quedado para estudiar con una amiga y fijo que me pondrá las pilas y además llevaré lo que me había comprometido a llevar estudiado, como todo ser humano que se precie de serlo, dejo todo para el último minuto. Eso significa que estos tres días, voy a batir records, así que, mientras me preparo para ir al teatro a ver una zarzuela, escribo este post, que es un desahogo y una petición... ¿Alguien puede inyectarme un poco de ginseg en vena?

lunes, agosto 07, 2006

Y si tengo que comer soja...

Llevo todo el día en mi casa y no me he movido salvo para bajarme un rato a la piscina a tomar el sol. Y es que la semana que viene me voy de vacaciones y quiero estar un poco bronceada, porque estoy como Cleopatra después de su bañó en leche de burra.

Según empezaba a escribir esto, me he dado cuenta de que me estaba saliendo pijo pijo o sea, o sea, así que, ya puestos me he lanzado y así me ha quedado el párrafo.

Como siempre, diré que en cuanto paso más tiempo de tres horas aparece mi sitio en mi santa casa y todo tiene sentido, el que yo le doy.

Viene septiembre y con el los terribles exámenes de fin de carrera (ojala, ojala que sea ya el final), y como he tenido un fin de semana sin grandes cosas que hacer, me lo he pasado mayormente en la cama y en mi santa casa. Gustazo en primer grado.

Después, cuando el calor me ha sacado de la cuna, me he vuelto Maruja hacendosa organizando cositas de un lado a otro. Es agotador y me resulta particularmente aburrido hacerlo sin hablar con nadie, si estoy entretenida dándole a la sin hueso todo pasa, como si le pusiera un poco de azúcar. Y como la luz en mi casa aún hace tonterías, no me atrevo a poner cosas perecederas en el frigorífico: conclusión llevo todo el día comiendo bocadillos de jamón serrano.

Me marchaba a Madrid, pero no me han dejado, me han calzado dos conversaciones telefónicas de una hora cada una, como se nota que existen los dúo y las tarifas planas en los fijos, y ya como que me ha dado pereza ponerme a conducir a estas horas, así pues, aquí me quedo.

El agujero en el estómago me dice que va siendo hora que cene, que desde el bocata de jamón ha llovido mucho y ya debo tenerlo por las uñas de los pies, así que y con desolación he abierto el semivacío frigorífico. Allí estaba mirándome muerto de risa, el jamón, el jamón, el jamón y? ah si unos yogures de soja. Mis opciones estaban claras, podía comer jamón, o jamón o jamón o los yogures de soja que compré en plena depresión por mi colesterol.

Entonces, con más miedo que vergüenza, por si en vez de pasas tenía bicho de los que hacen crack al morderlos me he puesto con el yogur.

Estaba comestible, incluso rico y lo que es más me ha llenado el hueco que tenía en el estómago. Y esto claro, ha hecho que me ponga a pensar.

Pensar que el otro día cuando estaba triste y ojerosa por ser una cifra de estadística, cuando precisamente la cosa que yo más valoraba, mi individualidad al tomar mis decisiones, hizo aguas al leer datos y ver que soy absolutamente predecible, aunque lo sea igual que la mayoría, (Y es que, eso de creernos únicos y especiales y diferentes viste que no veas), pensar que alguien me dijo que espabilara, que al fin y al cabo vivía en el primer mundo y aún podía tomar alguna que otra decisión, que mejor dejara el llanto por algo menos metafísico.

Hoy creo que todos vivimos cosas parecidas, casi iguales y lo que nos hace diferentes, no son nuestras características físicas, ni tampoco las decisiones que tomamos, al fin y al cabo todos tiramos para el monte parecido porque somos más o menos del mismo pelaje.

No, lo que nos hace diferentes, pero realmente diferentes, es la manera en que tenemos de vivir las situaciones que vivimos, eso si q es variado y especial Y hoy yo, cuando he abierto el yogur de soja, cuando en realidad lo que me apetece es un huevo frito con un filete y unas patatas, he encogido los hombros y he pensado, es lo que hay, como si de una condena se tratase. Y de repente me he dado cuenta que para nada, que está bueno, que estoy repitiendo el segundo yogur muy a gusto. No, desde luego, no era lo que yo tenía pensado, ni lo que deseaba, pero me ha sentado estupendamente. La cantidad de veces, que dejamos de disfrutar algo bueno porque queríamos otra cosa. Realmente suena a pataleta de niño pequeño. Acabo de leer este post entero... en fin, que de momento me voy a la cama por el procedimiento de urgencia, pero vamos que está claro que necesito unas vacaciones.