jueves, febrero 08, 2007

Manolo es peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón

Manolo es mi amigo cejijunto, y a veces parece que se ha desenroscado la boina, pero a pesar de ello y de que su apariencia es más la de un pastor que otra cosa, aquí le hemos tenido, trabajando en las últimas tecnologías de la información. Es el abuelo de nuestro grupito en la empresa, y además ha ejercido de abuelo, guiándonos a todos, enseñándonos los entresijos de nuestro trabajo, las opciones, como hacer las cosas, dándonos calma a todos cuando por ejemplo a mi me daba por pisar el acelerador y salir corriendo y los demás contagiados calentaban motores.

Cuando han llegado los cumpleaños, es el que me ha hecho los regalos "más raros" y las proposiciones más "frikis", discos de Madredeus, conciertos de Dulce Pontes, cosas que en general todos los compañeros juzgaban como, ya sabes, de esas cosas que le gustan a Manolo y a unos pocos.

Su lema:

"El mundo es enorme, precioso, variado. No lo desperdicies. Viaja, conoce, disfruta y cuéntalo cuando vuelvas".

Un apasionado de los viajes y de la cámara, cuando no existían las digitales siempre traía álbumes y álbumes de los sitios donde iba, ahora que existen, sus fotos se cuentan por miles. Cuantos días con una cerveza y venga a ver fotos. Un verdadero enamorado del mundo.

Temperamental, a mí siempre me ha recordado un bisonte con su pachorra generalizada y el miedo que nos podía dar ante una estampida. Como dice no se quien se agarra el canasto de las chufas a toda velocidad y se enfurruña como un niño cuando las cosas no son como el las ve. Es de esas personas que ante la injusticia se indigna... quedan ya tan pocos.


Hay personas que nacen con estrella, pero Manolo es de los que ha nacido estrellado. Siempre medio pachucho sin estar enfermo del todo, tan pocas veces ha faltado al trabajo aunque nunca ha llegado de lo que se dice puntual, puntual. Siempre con el libro en la mano, creo que ha tardado años en leerse el señor de los anillos. Un apuro que le dio al pobre cuando estrenaban la película y el sin terminarse el libro. Siempre con ojeras perpetuas que le achacábamos a las horas que pasa en Internet leyendo cosas sobre astronomía. Es un tipo sencillo, no quiere complicarse la vida, con sus cuatro cosas y ya está. Su padre enfermó de cáncer hace 8 años y murió hace 1 y medio. Siempre fue enfermizo, y siempre Manolo tuvo que tomar las riendas de su casa y echarse los cargos económicos que ello implicaba.

Suspendió las oposiciones cuando las tenía a tiro de piedra, nadie mejor posicionado que él y eso dejó una amargura en su voz de la que apenas se ha recuperado. Le alejaron de sus compañeros de trabajo, le trasladaron a otro lado, le quitaron de sus conocidas y queridas funciones para meterle en otro proyecto.

Ayer nos mandó un mail diciendo que no contáramos con el para las copas de la semana que viene, que en esas fechas le operaban de un bulto en la pierna, y yo pensé que se trataba de un quiste de grasa.

Hoy me he enterado que se trata de un tumor maligno y que para empezar le van a tener que seccionar medio bíceps crural. Tiene 38 años.

"El mundo es enorme, precioso, variado. No lo desperdicies. Viaja, conoce, disfruta y cuéntalo cuando vuelvas".

Manolo el mundo es todas esas cosas que tu dices, pero sin tí no será igual. Por favor no te rindas.

martes, febrero 06, 2007

Los Propios Dioses


Supongo que ya lo he dicho miles de veces, me encanta mi carrera, cuando aprendo algo sobre el cuerpo humano y su exquisita regulación es como si me tomara un estimulante cerebral, me dan ganas de saber más y más de todo lo que en ese momento se me ocurra, que puede variar desde la más pura filosofía hasta la canción de los pitufos. Que si Marta, que sí, que es lo que tiene no ser estándar.

Como soy una insensata y de momento no tengo remedio, suelo hacer esa cosa que está tan mal hecha y sobre la cual intentó aleccionarme mi santa abuela en vida: Los problemas que da dejar todo para el último minuto. Pero nada, como buena manchega de mi familia y pueblo, aguardo siempre a la crítica hora para hacer todo.

Y esto viene a cuento de que pasado mañana, bueno mañana, tengo un examen, el examen del catedrático aquel al que me referí en septiembre. Su asignatura y es lo que me pone de los nervios es preciosa y ni por esas hace que yo me ponga a estudiar de una manera ordenada y constante, no hay manera. Así que, esta noche y de buen rollito me he ido unas horas a la universidad a estudiar en la biblioteca y al paso que me percataba de las ultimas tendencias de moda veinteañera, me empollaba el examen con todo lujo de detalles, resultado, vuelvo a mi casa a las mil y monas, teniendo que madrugar mañana para trabajar y sin pizca de sueño y aquí estoy, escribiendo, por supuesto, una paranoia.

Supongo que tiene que ver bastante que llevo toda la semana viendo Firefly, es lo que tiene ser un poco friki, y lo siento por si soy muy pueril, pero me encantan las pelis de altos ideales, de caballeros que defienden a los más débiles por una cuestión de valores y no de de dinero. Así que después de ver Serenity he agarrado la mochila, me he ceñido los vaqueros y calzado las botas y hala con paso firme y decidido, como si mi batalla por esta asignatura fuera una cuestión de justicia o injusticia y yo aquí preparada como River contra los Rivers (o como se escriba). Horas después y maldiciendo por ser tan vaga he vuelto a pensar en el concepto justicia, o dicho de otra manera, la idea de bien que tantas vueltas da por mi cabeza.

Estamos tan comercializados, tan orientados al logro económico que se nos ha olvidado que disfrutar no es siempre gastarse el dinero que no tienes en conseguir algo que no necesitas. Y en ese afán diabólico nos apropiamos y corrompemos todos los valores e ideales que nos rodean para nuestro provecho. A lo largo de la historia vemos ejemplos continuamente: La religión, usada como instrumento para propósitos personales de unos pocos y azote de los frágiles que en ella buscaron refugio es uno de ellos. La justicia mediatizada por la economía, los supuestos ideales por los que algunos están dispuestos a morir, no son más que un escenario colocado así para tapar que detrás, hay alguien manipulando como marionetas a todo aquél que se acerca lo suficiente a su campo de acción.

Que paren el mundo que me bajo.

Así que en estos momentos lo que deseo es un impermeable que haga que esas cosas que me inculcaron de pequeña, que son los pilares de mi personalidad no se vean "decorados" al antojo de otro. No se me ocurre otra manera que haciendo las cosas de la mejor manera que sé, con el esfuerzo que me cueste y sobre todo y por encima de todas las cosas, procurando no hacer daño a nadie.

Creo que me voy a la cama